Resucito este blog para escribir sobre un poemario que he leído con auténtico deleite.
A menudo, mis lecturas son para informarme, por cultivarme, por obligación, por compromiso... No ha sido este el caso. El libro me ha enganchado y no he podido soltarlo hasta terminarlo. He salido de él magullada, pero encantada.
Somos grieta, es un poemario que, desde su aparente brevedad y sencillez, guarda la profundidad filosófica del caos vital, verdaderas bofetadas de realidad que se leen con una gratitud casi masoquista.
Será porque no soy fan de lo almibarado ni del exceso de positivismo que también por este motivo los poemas de Gallego Dueñas me han cautivado.
Tras un prólogo de Hilario Barrero, se estructura en tres partes, aumentando cada una de ellas la intensidad o mejor, dicho, introduciéndonos cada vez más en el infierno cotidiano, hasta darnos de bruces contra él.
Los títulos nos resumen lo que nos aguarda: Somos grieta, El óxido nunca duerme y Criaturitas.
Poemas rotundos, bellamente reales. Y digo bellos, sí, porque en el dolor también se puede hallar belleza si está tan bien escrito como estos poemas, de los cuales destacaría: El espejo y la máscara, Ícaro, El óxido nunca duerme, Higiene sentimental, El hogar del cobarde, Sala de espera y Das vampiren.
Reproduzco dos de ellos tras hacer mención de cómo Gallego Dueñas concluye su poemario citando a Leonard Cohen: “There is a crack, a crack in everything. That’s how the light gets in”.
Somos grieta, sí, pero necesitamos esa herida para dejar que entre la luz.
El espejo y la máscara
Conocí una vez a un hombre,
solo de vista, no fuimos amigos.
Cuando fue niño no quería ser niño.
Era muy maduro para su edad.
Conocí a un hombre
que cuando fue adulto tampoco
quiso volver a ser niño.
Nunca supo ser niño,
pero se manejaba tan torpemente
como los niños.
Conocí a un hombre,
solo de vista,
en el espejo.
Das vampiren
Como quien muerde un cuello, beber libros,
las almas atrapar de los que escriben
y con ello ser inmortales.
Sin eterno descanso, alejar la muerte
página a página vagando.
La sutil dentellada que los ojos
acometen en cada verso.
Leer es aspirar alientos tenues
y dormir, cada día, en un lecho
de tierra propia.
Somos grieta, de Francisco Javier Gallego Dueñas |
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